Dentro de la acepción ensaladas, le presentamos las populares lechugas, las un poco menos conocidas escarolas y las casi desconocidas achicorias y endibias. Todas ellas se caracterizan por contar con un cogollo apretado de hojas blancas y tiernas, y ofrecer un sabor ligeramente amargo al paladar. Lo más importante para el cultivador de ensaladas es no permitir en ningún momento la subida a flor, que daría al traste con sus ilusiones.

Para solucionar este punto, lo mejor es sembrar lechugas y escarolas cada 15 días y recolectarlas jóvenes; de este modo siempre se contará en el huerto con frescas y tiernas ensaladas y nunca se les dará tiempo a florecer.

Todas ellas cuentan con propiedades tónicas, diuréticas, algo laxantes y protectoras del hígado.

  • Siembra y trasplante:la siembra más apropiada es la de realizar un semillero para su posterior trasplante. Se destina un pequeño bancal al que previamente se ha incorporado una mezcla de tierra fina y mantillo. Se utiliza semilla a razón de 2 g/m2, se rastrilla ligeramente no dejando la semilla más profunda de 1 cm y se riega. Se mantiene húmedo el semillero hasta su nascencia. Cuando salen las plántulas, si se quieren obtener plantas fuertes para el trasplante, conviene aclarar un poco.
    El trasplante se lleva a cabo cuando las plantitas tienen de 6 a 8 hojas lo cual sucede a los 30 o 40 días desde su siembra.
  • Abonado: un abono químico antes del trasplante es suficiente. Durante el cultivo es necesario el suplemento de abono nitrogenado de asimilación rápida. Por ello es muy apropiado que esta clase de cultivos vaya después de leguminosas.
  • Blanqueo: en lechugas tipo romana, que no formen acogollado por sí solas, consiste en atar las plantas para su blanqueo, operación que debe realizarse sobre 12-14 días antes de la cosecha. En el caso de escarolas se recurre a poner un plato o cuenco de plástico invertido sobre el cogollo para evitar que incida la luz sobre él.

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