Muchos cultivos de la huerta pueden ser sembrados directamente en el terreno de asiento o definitivo, sin necesidad de pasar por el estadio previo del semillero. Estamos hablando de las semillas grandes: guisantes, judías, melones, pepinos, calabacines… o semillas pequeñas que no admiten tiesto o que sufren con los trasplantes: zanahoria, rábano, remolacha, ajo, etc.

En estos casos tienes a tu disposición varios procediminetos para sembrar en tu suelo:

  • En hileras. Consiste en trazar en la superficie del bancal unas lineas de poca profundidad con, por ejemplo, el palo del rastrillo, sobre el que se dejan las semillas en hilera, sin tocarse y a cierta separación similar al crecimiento previsible del fruto, tapando después y cubriendo el bancal con sustrato.
  • A golpes. Es la siembra individual de las hortalilzas en hoyos. Para realizarla, no hay más que excavar a la distancia adecuada para cada especie —que coincide con el doble del desarrollo previsible de cada planta— hoyos de una profundidad de 5-10 cm, dependiendo del tamaño de la semilla, y depositar en el fondo 2-3 unidades, tapando después con un centrímetro de sustrato.
  • A voleo. Así se siembran los cultivos cespitosos, como el trébol, el berro, muchas hierbas culinarias… Para hacerlo no hay más que planificar bien la superficie del bancal, tirar con la mano bien abierta las semillas al terreno bien esparcidas y tapar el suelo con un centímetro de sustrato.

En todos los casos, debes regar inmediatamente después de la labor con un chorro bien pulverizado de agua.